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LOS CUBANOS ESPERAN POR LOS CAMBIOS ANUNCIADOS


Por Rafael Martínez



El recientemente finalizado Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), la organización rectora de la sociedad cubana,  introdujo como decisiones adoptadas al más alto nivel cambios sustanciales en el modelo económico del país y en las normativas reguladoras de la vida del ciudadano común pero ahora falta concretarlas y ponerlas en funcionamiento.



En primer lugar, el cambio económico implica pasos trascendentes a favor de terminar con la rígida centralización vigente, la atención a algunas leyes del otrora condenado mercado, la liberalización del ejercicio de más de 200 actividades privadas, la instauración de  un régimen tributario inexistente en el último medio siglo y,  en forma gradual, la desaparición de una buena parte de los subsidios estatales y de la doble moneda existente.



Todo esto, traducido al lenguaje del cubano corriente, implica, por ejemplo, gradual liquidación de la libreta de abastecimiento alimenticio ( que garantiza los artículos básicos subsidiados por el estado) cambiándola por ayuda sólo a los más necesitados, autorización para las hasta ahora prohibidas ventas particulares de autos y viviendas, entrega efectuada ya de más de 200 mil licencias para pequeños negocios propios con contratación de empleados, entrega de más tierras a quienes deseen cultivarlas y hasta el anuncio del futuro permiso para viajes turísticos de los cubanos al exterior.



Antes, se habían liquidado las prohibiciones a los cubanos para hospedarse en grandes hoteles destinados a los turistas y para ejercer como taxistas con sus autos privados.

Los nuevos anuncios no están totalmente en vigor porque necesitan ahora de su conversión en leyes, que aprobará la Asamblea Nacional a partir de su próxima sesión en el mes de Julio de este año, aunque la gradual eliminación del subsidio a algunos alimentos y la depuración de las infladas plantillas en los organismos administrativos ya van siendo un hecho.

Ahora, ¿cómo han recibido los ciudadanos los acuerdos adoptados y cuáles son sus opiniones sobre ellos?

La consulta a un grupo, en pleno centro de La Habana, representa un muestreo que va desde la satisfacción hasta la duda de su materialización definitiva.

Lutgarda Ruiz, una ama de casa de 32 años, nacida después del triunfo revolucionario en 1959, no ha conocido otra cosa que el sistema aún vigente, plagado de prohibiciones y regulaciones.

Por eso habla con cierta desconfianza ligada con la esperanza:



“Bueno, yo quiero ver que todos esos acuerdos se conviertan en realidad. Si así fuera puede mejorar la economía, tendremos menos escasez y un poco de más liberalidad en nuestras vidas”, plantea.



Muy distinta es la opinión de Mario Rodríguez, un albañil de 59 años que ya pidió y obtuvo su licencia para realizar y cobrar en forma particular su trabajo:

“Hasta ahora me va bien porque aquí hay falta de gente que tenga estos oficios, hace mucho tiempo se habían perdido pues había que pedirlo al Estado y los servicios eran malos y demorados. Ya yo logre varias contrataciones”, apunta.



María de la Concepción Vargas tiene unos 70 años y sus preocupaciones son otras, más bien apenas tiene una principal: la anunciada desaparición de la libreta de abastecimiento donde adquiere alimentos que, aunque no le alcanzan para todo el mes, son una ayuda para toda la familia.

“Eso no quisiera que sucediera, porque todos los precios subirán y de lo que no se hablado es de aumento de salarios y pensiones.  No se que van a hacer pero deben pensar en las familias que tenemos menos ingresos”, explica.



Otra arista del tema es la que enjuició Carlos Valiente, un contador de una empresa estatal y que, según él, al fin se ha hecho lo que había que hacer.  “No podíamos seguir conque todo se decida arriba, la descentralización le da el poder de decisiones a las cooperativas y las empresas sin tanto consultar, por ejemplo”.



Por último, muy diferente es el impacto que causaron los anuncios en Julio Gàlvez, de sólo 22 años.  Él se sonríe, dice que está contento y antes de subirse a un atiborrado autobús frente a la heladería Coppelia, suelta una frase: “Que bueno, ahora sí voy a poder viajar a la “Yuma” (Estados Unidos) o a España”.



Una u otra opinión, lo cierto es que los llamados Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el Congreso y su futura instrumentalización legal acaparan el interés de los cubanos residentes en la Isla.





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